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martes, 13 de enero de 2015

Kimberly Michelle Hricko, asesinato en San Valentín

Kimberly Hricko

Kimberly Hricko era una técnica quirúrgica con mucho futuro, nacida en 1965 en Maryland, Estados Unidos.

No pudo haber elegido una mejor fecha para asesinar a su marido: lo mató el 14 de febrero en plena víspera de San Valentín. El asesinato ocurrió en 1998 y fue arrestada 3 meses después.

Aunque ella y su marido llevaban una vida cómoda de clase media, el motivo del crimen fue el cobro del seguro de vida de su pareja, Stephen Hricko, quien tenía 35 años. Kimberly le inyectó ácido clorhídrico y luego prendió fuego la habitación del hotel que estaban compartiendo.

La imagen brillante y suburbana del esposo (que había estado con ella 9 años) se desvaneció entre el humo y las llamas del día de los enamorados. Ambos se habían trasladado a la costa este de Maryland, en una escapada romántica que los llevó hasta un campo de golf que ofrecía un paquete de San Valentín: un complejo propicio para unas merecidas vacaciones. En el complejo se organizó un juego entre todos los adultos presentes, lugar en el que vieron una novela policíaca y luego trataron de resolver entre todos el asesinato que acontecía. Pero nadie estaría preparado para vivir ese día, una trama policíaca 100% real y extremadamente espesa, cuando se descubrió que en la habitación donde se hospedaba la pareja
Hricko, aparecería más tarde el cuerpo carbonizado de Stephen.

Aunque
Kimberly Hricko afirmó que su marido se había emborrachado y que murió por la inhalación de humo, la autopsia no mostró signos de alcohol o de monóxido de carbono que debería haber quedado en su cuerpo. Además, los amigos y compañeros de trabajo de la acusada declararon que ella había confiado sentirse “amargamente infeliz” en su matrimonio, y que además quería deshacerse de su marido… no obstante, nunca sospecharían que esta declaración sería tan literal. Por otra parte, un compañero de trabajo declaró que Kimberly Hricko le ofreció 50.000 dólares para asesinar a su marido. También surgieron fuertes rumores de que ella estaba teniendo una aventura con un hombre más joven.

En el juicio de Kimberly Hricko, se descubrió que ella había utilizado un paralizador muscular casi imposible de rastrear (usado como anestésico en la cirugía). En altas dosis, la sustancia paraliza el diafragma y detiene la respiración del sujeto, produciendo un daño cerebral fatal en cuatro minutos. El crimen sería para recoger la póliza de seguros de US$ 400.000. 


Otra prueba en su contra fue el cigarrillo que dejó intencionalmente en la escena del crimen, para que la habitación tomara fuego: diría en su defensa el marido lo dejó prendido accidentalmente y que al estar borracho no reaccinó cuando todo se prendió fuego. La policía pudo comprobar que esa marca de cigarrillos la había adquirido ella previamente, aún cuando negó en un principio haber sido quien los compró.

Kimberly Hricko fue declarada culpable de ambos cargos (incendio y asesinato en primer grado) el día 20 de marzo de 1999 y condenada a cadena perpetua más un plus de 30 años de prisión.

Un detalle anecdótico es que la fama del hotel creció después del asesinato y a menudo, los huéspedes solicitan la habitación donde murió Stephen Hricko.

jueves, 1 de enero de 2015

Wendi Andriano. El nombre propio de la crueldad

Wendi Andriano 
Wendi Andriano nació el 6 de agosto de 1970. Es una asesina estadounidense que actualmente se encuentra en el corredor de la muerte, en el estado de Arizona. Fue condenada en el año 2000 por el asesinato de su esposo que se encontraba en la etapa final de una enfermedad terminal.

En enero de 1994 se casó con Joseph (Joe) Andriano y a los pocos años de casados, Joe cayó enfermo. Después de varios diagnósticos incorrectos, los médicos descubrieron en 1998 que sufría de un carcinoma adenoide quístico. Para ese entonces, su enfermedad ya era terminal. Joe probó con terapias holísticas pero en el año 2000 no tuvo más remedio que recurrir a la quimioterapia. 
La pareja había tenido dos hijos y Wendi Andriano estaba trabajando como manager de edificios. Sin embargo, comenzó a sentirse superada por tener cada vez más responsabilidades y por tener que cuidarlo, entonces, comenzó a frecuentar bares y a tener aventuras mientras su marido -como podía- se hacía cargo de los hijos.

En la mañana del 8 de octubre del año 2000, Wendi Andriano golpeó a Joe de entonces 33 años con un taburete y le destrozó la cabeza. También lo apuñaló en el cuello con un cuchillo de 13 pulgadas en el apartamento que compartían.
Su autopsia reveló que había sufrido 23 golpes en el cráneo y se encontraron en su sistema rastros de azida de sodio. Resulta que primero lo había envenenado, pero como la larga agonía de Joe parecía no tener fin (el veneno demoraba mucho en matarlo) fue que recurrió a los golpes y al uso del arma blanca.

Aproximadamente una hora antes de que su marido muriera,
Wendi Andriano había llamado a una vecina para que esta se quedara cuidando a los hijos mientras ella lo llevaba al hospital. Pero cuando la vecina llega al apartamento, la asesina le impide entrar. Resulta que él había vomitado el veneno, así que ésta debía seguir actuando para que muriera. Preocupada, la vecina llamó al 911 pero cuando los paramédicos llegaron al apartamento, Wendi Andriano les dio la espalda, declarando que Joe tenía una orden de no resucitarlo porque su deseo era morir y entonces, los paramédicos dejaron el lugar. Pero luego, una hora más tarde, Wendi Andriano llamó nuevamente al 911, reportando que había tenido que apuñalar a su marido en defensa propia. Agregó además que él era un abusivo que la lastimaba física y psicológicamente.

Esta fue una excusa nada creíble ya que estando Joe tan débil por la quimioterapia (y por las consecuencias del envenenamiento) el único indefenso era él.
Wendi Andriano fue acusada de asesinato y el juicio comenzó cuatro años más tarde, el 23 de agosto de 2004. Aunque no tenía antecedentes penales, recibió la pena de muerte.

Los fiscales pudieron determinar que la causa del asesinato fue el dinero y porque no tenía ganas de cuidarlo. Lo más insólito del caso es que el marido habría muerto apenas un tiempo después, a causa de la propia enfermedad. 
La evidencia hallada demostró además que Wendi Andriano había tratado de instaurar un seguro de vida para su marido ya convaleciente.
Asimismo, los fiscales argumentaron ella denunció por mala praxis a los médicos de Joe. Intentaron probar que Wendi uso azida de sodio (y también pesticida) para hacer creer que su marido había muerto de un paro cardíaco. En este punto, no obstante, encontré la versión de que ella les ganó el juicio a los médicos.

En su defensa, Wendi Andriano dijo que era maltratada por Joe y que él tuvo un arranque de furia cuando se enteró que salía con otros hombres. Dijo también que lucharon con el cuchillo y que debió matarlo en defensa propia. A pesar de su dramático testimonio, el 18 de noviembre de 2004 fue encontrada culpable de asesinato en primer grado y un mes más tarde llegó su sentencia. 

Ya que fue un crimen considerado de mucha atrocidad, crueldad y depravación con un paciente terminal,
Wendi Andriano resultó condenada a muerte por inyección letal el 22 de diciembre 2004.

Apeló la condena en el año 2007, alegando que su sentencia se había basado injustamente en sus romances clandestinos o en el intento de cobrar un seguro ilegalmente, por lo cual fue perjudicada y no obtuvo un juicio justo.

También afirmó que a los jurados no se les permitió considerar cargos menores, como el asesinato en segundo grado o el homicidio. En última instancia, su condena fue confirmada por la Corte Suprema de Arizona en julio de 2007. 

Después de que su apelación fuera desestimada,
Wendi Andriano continúa intentando demostrar con sus abogados que fue condenada de forma parcial, y que los fiscales actuaron motivados por estereotipos de género, debido a los episodios de infidelidad. Si su caso es revisado, podría continuar con las apelaciones, pero de lo contrario,  permanecerá en el corredor de la muerte.

sábado, 27 de diciembre de 2014

Dorothea Puente

Dorothea Puente

Para todos, era una dulce anciana que ayudaba a enfermos, alcohólicos y otros ancianos recibiéndolos en su casa. Nadie podía imaginar que este ángel guardián de los indefensos, era en realidad una asesina serial que se aprovechaba del desamparo de sus víctimas para aniquilarlos y seguir cobrando sus pensiones.

Dorothea Puente nació en California en 1929. Sus padres murieron cuando ella era aún una niña por lo que pasó un tiempo en un orfanato y luego en casa de sus tíos. Ya de grande cuando su esposo la abandona, mintió diciendo que había muerto. A partir de entonces, buscó ganarse la vida no siempre honestamente. 

El primer ingreso a la prisión de Dorothea Puente fue por falsificar cheques, aunque volvió a la cárcel a causa de numerosos delitos: por regentar un burdel, por vagancia y por falsificar las firmas de sus pacientes cuando colocó una casa de ancianos a comienzos de la década de los 80s. 

Después de este incidente, Dorothea Puente tenía prohibido abrir otra casa de ancianos, así que siguió con el negocio en la ciudad de Sacramento en asociación con otra mujer de nombre Ruth Munroe, que también tenía en la casa alojado a su esposo. Este hombre sufría de una enfermedad terminal. En mayo de 1982, Ruth Munroe moría por sobredosis de codeína (Paracetamol)… al parecer, esta fue la primera víctima de la complaciente anciana.

Un nuevo ingreso a la cárcel en 1982 por drogar y robar pertenencias a uno de sus pacientes, la envió otros tres años a prisión desde donde sostuvo correspondencia romántica con un hombre de 77 años, de nombre  Everson Gillmouth. Con él vivió unos meses luego de quedar libre, hasta que Everson desapareció misteriosamente.

Para entonces, Dorothea Puente ya estaba nuevamente en el negocio de las residencias para ancianos y eventualmente alcohólicos y desamparados. Se hacía cargo de la correspondencia de sus clientes y cobraba sus pensiones entregándoles una pequeña parte y reteniendo más de la mitad para gastos de su manutención. Todo parecía marchar bien, hasta que la desaparición de un alcohólico esquizofrénico levantó las sospechas de una trabajadora social. Al saberse que por ese tiempo pasaba en la casa de Dorothea Puente, las autoridades se presentaron para hacer las averiguaciones. Al encontrar tierra removida a un lado de la casa, decidieron averiguar qué había en el lugar. Grande fue la sorpresa cuando hallaron un cadáver. Siguieron removiendo escombros hasta encontrar un total de siete cuerpos. 

Dorothea Puente de 61 años se las ingenió para huir a Los Ángeles, pero fue reconocida por un anciano que la vio en las noticias. Se la acusó de nueve crímenes, incluyendo el de su pareja Everson Gillmouth quien fue hallado en una gran caja a orillas de un río. 

Dorothea Puente había envenenado a todas sus víctimas con altas dosis de diversos medicamentos y había seguido cobrando sus pensiones. A siete de ellos los había enterrado en su jardín en donde solía cultivar muchas flores seguramente para disimular las atrocidades.

Fue encontrada culpable en tres de las nueve muertes y condenada a cadena perpetua. Murió en el 2011 a los 82 años.

El texto de la publicación puede encontrarse en el siguiente video: Las mujeres asesinas más perversas de la historia

jueves, 11 de diciembre de 2014

Elfriede Blauensteiner

Elfriede Blauensteiner

Elfriede Blauensteiner es una conocida viuda negra de origen austríaco. Pasó gran parte de su vida dedicada a encontrar hombres que necesitaran a una cuidadora para luego, intentar que la herencia quedara a su nombre. Si esto no era posible, en complicidad con un abogado falsificaba los documentos. Una vez obtenidos los papeles, envenenaba a estos hombres para deshacerse de ellos. La forma de engaño residía en los clasificados de los diarios. Buscaba hombres mayores con necesidades afectivas y vulnerables, pero también asesinó a otros hombres que no tenían relación con ella, así como a una vecina.

Elfriede Blauensteiner nació el 22 de enero de 1931 en Viena, Austria.
Su primer crimen lo cometió en 1981 y fue el conserje de su edificio a quien “ayudó a cometer suicidio” debido a que él abusaba de su mujer e hijos. Luego seguiría su segundo esposo, Rudolf Blauensteiner, que murió en agosto de 1992 después de estar agonizando en un “coma misterioso” durante 10 días, y de haber sido hospitalizado un total de 8 veces.

Cuatro meses más tarde, la vecina adinerada de Elfriede Blauensteiner murió repentinamente mientras estaba siendo cuidada por ella. Casualmente, había cambiado su herencia para ser la beneficiaria del dinero.

En 1995, un hombre de 65 años a quien Elfriede encontró gracias al anuncio de un diario, moría después de pasar un año a su cargo. De igual forma, otro acompañante octogenario fallecía de cáncer antes de que ella pudiera hacer algo por su salud. Desde el penal de recursos, Elfriede Blauensteiner fraguaba su voluntad para embolsarse una herencia de US$ 15.000.

Sin embargo, hubo una víctima que sobrevivió a un ataque de envenenamiento. Se trató de un soldado que había estado en la Segunda Guerra Mundial y fue prisionero en Rusia durante 5 años. A pesar de esto, declaró que “nunca se había sentido tan mal como cuando comió una receta preparada por ella”, fue peor que la propia guerra.

El juicio contra la señora Blauensteiner se realizó en la ciudad de Krems (baja Austria) el 10 de febrero de 1997. Comenzó a ser investigada por la muerte de otra víctima: Alois Pichler. El sobrino de este hombre la denunció luego de observar todas las extrañas circunstancias que rodearon el deceso. Alois Pichler era un jubilado de muy buena salud que tenía 77 años cuando murió en noviembre de 1995, pocos meses después de encontrarse con ella. Friedrich Kutschera, el fiscal del Estado, acusó Blauensteiner de poner al menos 70 dosis de Euglucon en su lecho, un medicamento para bajar la azúcar en la sangre.

Elfriede le dio 20 pastillas antidepresivas, lo dejó en una habitación con las ventanas abiertas toda la noche y luego lo puso en la bañera con agua bien fría, causándole un ataque cardíaco fatal. El fiscal también acusó a Harald Schmidt, el ex abogado de Elfriede Blauensteiner, por haberla ayudado a ponerlo en la bañera, y de falsificar de su voluntad para que cobrara una herencia de US$ 100.000. La asesina reconoció haber aprendido mucho sobre los medicamentos para reducir el azúcar en sangre, cuando trató a un amigo diabético que murió en 1986.

En su primer día en la corte, la acusada apareció con un traje beige y agarrando un pequeño crucifijo de oro. "Mis manos están limpias. No tengo nada que ocultar", dijo a la multitud de periodistas que se agolpaban alrededor de los pasos de la corte. Cuando le preguntaron si se declaraba culpable, ella dijo: "Yo nunca mataría, yo creo en mi inocencia.". Luego, en un extraño momento existencial, proclamó: "La muerte es sólo el comienzo de la vida eterna."

Desafortunadamente para ella, el 7 de marzo de 1997, fue declarada culpable del asesinato en primer grado de Alois Pichlerand y condenada a cadena perpetua. Schmidt, obtuvo siete años de prisión por complicidad y por falsificar los testamentos.

Elfriede Blauensteiner murió el 18 de noviembre de 2003 a los 72 años en un hospital de Viena, a causa de un tumor cerebral.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Lyda Catherine Ambrose

Lyda Catherine Ambrose

Es una reconocida Viuda Negra (una mujer que asesina parejas masculinas) quien dejó un total de cinco muertos entre esposos y amantes. Los asesinatos se produjeron para cobrar las distintas pólizas de seguros. 

Nació en al año 1981, pero no hay información de su vida hasta 1917, fecha en la que asesinó a su prometido en Keytesville, Missouri. Este fue su primer crimen.

El infortunado hombre murió luego de padecer fuertes dolores de estómago al poco tiempo de haber firmado un seguro de vida a nombre de su esposa, por US$2,500. Pero Lyda Catherine Ambrose no era alguien a quien le gustara perder el tiempo… sin siquiera hacer el duelo, utilizó sus encantos para seducir al hermano de su prometido y se casó con él apenas unos días de quedar "viuda".

Luego de tres meses, él también moría por problemas estomacales, casualmente, después de aceptar un seguro de vida para su esposa, quien recibiría nuevamente US$ 2,500.

Como próximo paso, Lyda se muda a Twin Falls, Idaho. Contrae matrimonio con el dueño de un restaurante para el cual trabajaba de camarera. Al poco tiempo de celebrada la boda el 10 de junio de 1918, el desafortunado hombre moría como consecuencia de úlceras estomacales (o al menos, eso se creía).

Pero en esta oportunidad… la asesina pecó de impaciente. Olvidó firmar los documentos del seguro de vida y no recibió ganancia alguna.

Luego, llegaría la víctima número cuatro a quien asesinó tan sólo tres meses después de contraer matrimonio. En esta oportunidad Lyda Catherine Ambrose recibió una cuantiosa póliza al cobrar us$ 10,000 por la prematura muerte de su esposo. Sin que nadie sospechara, prosiguió con la siguiente víctima.

Se casó con un cuarto marido (quien sería su quinto asesinato) en el mes de octubre de 1920. El 20 de noviembre de ese mismo año, el hombre fallecía. Comentario aparte, me parece extraño que nadie supiera o desconfiara de lo que estaba pasando a su alrededor. Lyda Catherine Ambrose obtuvo una suma aún mayor: us$ 12,000, justamente una póliza que había solicitado el 6 de octubre ni bien se casó con esta víctima.
Hasta ese momento, la policía no tenía conocimiento sobre el “infortunio” de Lyda en relación a todas las veces que quedó viuda, pero ya llegaría el momento de sospechar. Cuando descubrieron la cantidad de maridos que habían fellecido ni bien se casaron con ella, decidieron registrar su casa de campo. Una vez que se realizó el allanamiento, las autoridades encontraron grandes cantidades de arsénico en un papel matamoscas.

Los estudios de toxicología efectuados en dos cadáveres exhumados, revelaron importantes dosis de este veneno en sus restos.

La policía prosiguió a arrestarla en Oakland, California y la regresaron a Idaho, lugar en el que había matado a su víctima más reciente.

Lyda Catherine Ambrose fue condenada por asesinato en primer grado y recibió cadena perpetua. Sin embargo, siempre tan planificadora, escapó de la prisión estatal en mayo de 1931. 

En 1932, fue recapturada en Kansas City, mientras  estaba buscando un “nuevo marido” que seguramente tendría el mismo destino que todos los demás. 

No se conocen más datos de esta viuda negra - asesina serial, excepto que murió de causas naturales en prisión a una edad muy avanzada.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Kathryn Schoonover, la potencial asesina más peligrosa

 

Seguramente hubiera sido la asesina serial con más víctimas en su haber, si no fuese porque la descubrieron con las manos en la masa. Kathryn Schoonover tenía en mente el asesinato de más de 100 personas envenenándolas con cianuro. Para hacerlo, mandaría la dosis por correo con destinatarios elegidos al azar.

Según estuve leyendo, también se la podría considerar una asesina en masa. La mujer tenía 50 años al momento de tejer este macabro plan y sufría de un cáncer terminal. Su arresto ocurrió el día domingo 23 de agosto de 1998 en el condado de Marina del Rey, California (a 16Km de Los ángeles).

Kathryn Schoonover preparó las bolsitas de plástico con cianuro para que parecieran muestras de vitaminas, las cuales iba a enviar junto a un folleto publicitario. Las supuestas muestras servían para obtener un mejor rendimiento deportivo así como un efecto adelgazante. Kathryn Schoonover quedó en evidencia cuando un empleado de la oficina postal, la vio llenando las bolsitas con polvos extraídos de un recipiente que tenía una etiqueta de sustancia peligrosa. El típico signo que representa peligro e identifica este tipo de sustancias: una calavera junto con dos huesos entrecruzados. 

Más tarde por suerte, se pudo comprobar que no fue enviado ninguno de los sobres que
Kathryn Schoonover había depositado, aunque también había cierta sospecha de que hubiese empleado otras oficinas de correo. Esto obligó a que entraran en observación todas las oficinas de la zona.

Las autoridades creen que Kathryn Schoonover (que ha sido tratada en varios hospitales por sus problemas psiquiátricos) también mandó paquetes con cianuro a New York. Cuando fue atrapada en la oficina de correos, dijo que en los sobres estaba introduciendo una sal inofensiva sustitutiva y que era una vendedora independiente de una compañía de químicos.

También fue descuidada al dejar frasquitos con el logo de toxicidad en un bote de basura. Pruebas hechas con posterioridad demostraron que la sustancia exacta era cianuro de sodio, el cual es letal incluso en pequeñas cantidades.

Kathleen Elbrecht, una nurse que es directora del hospital psiquiátrico del distrito capital de Nueva York, reportó a los investigadores federales que dos meses y medio atrás, recibió un folleto hablando de una sustancia nutritiva en un paquete. Ella puso un poco de esta sustancia en sus dedos para informarse mejor de su consistencia y decidió probarla. Tenía un gusto muy amargo e inmediatamente tuvo un severo dolor de cabeza. La nurse recordaba haber tratado a Kathryn Schoonover en 1994 y aseguró que era una paciente muy difícil porque se negaba a tomar la medicación y no cooperaba con el staff del hospital. No obstante, se negó a dar más información ya que según las leyes médicas, debe ser confidencial con respecto a los pacientes que atiende.

Kathryn Schoonover pasó diez semanas en ese centro psiquiátrico en el año 1994.Había sido encerrada en la institución médica después de ser detenida por la policía en una carretera y permaneció en el hospital un total de 3 años. La paciente además, había estado enviando a los periódicos locales, copias de varios documentos en donde afirmaba que sufría de abusos en el centro psiquiátrico.
Kathryn Schoonover alegó que la medicación recibida en el hospital le hizo perder un embarazo, pero los médicos declararon que en ningún momento había estado embarazada. Al momento de ser internada, se encontraba sin hogar viviendo en su camioneta.

El cianuro de sodio es un veneno capaz de interrumpir el consumo de oxígeno de las células y causa muerte de forma instantánea. Es el mismo tipo de químico utilizado en las cámaras de gas. La policía aún desconoce los motivos que pudo haber tenido
Kathryn Schoonover para planificar un acto tan atroz.

La mujer murió en 1999 en el centro médico federal de Texas, mientras esperaba ser enjuiciada. Le quedaban apenas seis meses de vida.

domingo, 11 de mayo de 2014

Le Thanh Van

Le Thanh Van

El 1 de setiembre del año 2004, Lê Thanh Vân fue condenada a muerte por el asesinato de 13 personas en la ciudad de Ho Chi Min City, provincia de Binh, Vietnam. La sentencia fue confirmada por un tribunal de apelación el 3 de febrero del 2005. En cada caso al intentar encubrir el crimen, Van llevó a la víctima a un hospital después de suministrarle veneno. Luego de que la víctima muriera, fraguó su testamento y otros documentos que le permitieron tomar posesión de los bienes, así como de miles de dólares.

Al haber estado un año formándose como médica en el ejército, aprendió a matar utilizando veneno de modo que fuera imposible dejar evidencia alguna. Entre sus víctimas, se encontraban su suegra, cuñado y su madre adoptiva.

Lê Thanh Van
, de 47 años, dijo a la policía que había matado a sus víctimas entre 1992 y agosto de 2001 para robar sus posesiones. Cada una de ellas sufrió mareos, náuseas y dificultades para respirar antes de morir, pero ningún rastro de veneno fue encontrado en sus cuerpos. Se quedó con una casa, robó una moto, joyas, dinero, entre otros.
Engañó a los familiares de sus víctimas diciendo que había vendido los objetos antes de que murieran.

Fue detenida por primera vez en 1993 y encarcelada durante cuatro años por fraude luego de envenenar a su primera víctima el año anterior, pero la policía no pudo encontrar pruebas suficientes para juzgarla. Van fue detenida de nuevo en julio del año 2000, después de que la policía sospechara del envenenamiento a una pareja, de la cual intentó quedarse con su furgoneta. Aunque se encontraron cerca de 1,4 kg (3 libras) de un veneno no identificado en su poder, no pudieron encontrar ninguna evidencia que la relacionara con los cadáveres de la pareja. Fue puesta en libertad, pero la policía continuó su investigación hasta poder contar con la evidencia necesaria para juzgarla.

miércoles, 16 de abril de 2014

Louise Vermilyea, entre el orgullo y el veneno

Louise Vermilyea

Louise Vermilyea, recordada también con el apodo "la viuda negra", extendió sus actividades delictivas durante varios años, en el transcurso del siglo XIX al siglo XX.

Sus andanzas comenzaron a entrar en declive, cuando la codicia superó su capacidad de discreción y comenzó a acosar nuevos blancos más allá de su propia familia.

Para ese entonces, la muerte de un policía fue el disparador que llevó a las autoridades a levantar sospechas sobre esta mujer, en especial sobre el destino particular que experimentaban todos sus maridos, familiares y asociados: la muerte.

El oficial en cuestión, Arthur Bisonette, de 26 años, había sido un huésped en la casa de Vermilyea cuando cayó enfermo y murió a finales de octubre de 1911. Los detectives de homicidios comenzaron a sospechar después de hablar con el padre de Bisonette, quien también informó de los dolores de estómago que sufría su hijo, luego de cenar en la casa donde estaba siendo hospedado.

Recordaba haber visto a  Louise Vermilyea salpicando "pimienta blanca" sobre su comida antes de que se sirviera. Una autopsia en Bisonette reveló que su cuerpo tenía restos de arsénico y Vermilyea fue puesta bajo custodia en espera de la exhumación de otras presuntas víctimas.

La cadena de homicidios aparentemente comenzó en 1893, cuando Fred Brinkamp, el primer marido de Louise, murió en su granja cerca de Barrington, Illinois. Dejó a su viuda más rica con una herencia de $ 5.000. Al haber “fallecido” a los sesenta años de edad, la muerte de Fred fue considerada por causas naturales y no hubo ninguna sospecha sobre elementos dudosos.

Al poco tiempo, dos hijas de su matrimonio -Cora Brinkamp, de ocho años  y Florencia Brinkamp, por cumplir 5, también fallecían. En enero de 1906, Lillian Brinkamp, de 26 años de edad, nieta de Fred, murió en Chicago, afectada por la enfermedad “nefritis aguda". Ya para esta época, las habladurías de las demás personas resonaban en las calles, diciendo que los miembros de la familia Brinkamp habían tropezado con una maldición familiar.

Más adelante, Louise Vermilyea se volvió a casar con un tal Charles Vermilyea, de 59 años. En 1909, él ya estaba muerto. Víctima de una enfermedad repentina, dejó a su viuda una herencia de $ 1000 en efectivo. Harry, un hijastro, cayó muerto en Chicago casualmente luego de que se peleara con Louise al no ponerse de acuerdo sobre la venta de una casa en el Crystal Lake, a diez millas al norte de Chicago. Una vez más, la única señalada como culpable de esta muerte, fue la coincidencia.

En 1910, Louise heredó $ 1.200 luego del fallecimiento de Frank Brinkamp de 23 años, hijo de su primer matrimonio. En su lecho de muerte, Brinkamp informó a su prometida, Elizabeth Nolan, de las sospechas tardías que implicaban a su propia madre, declarando que él mismo ahora estaba "siguiendo el mismo camino que papá”.

Luego de haber acabado uno por uno con sus familiares, comenzó a practicar con los conocidos. El primero en morir fue Jason Ruppert, un bombero de ferrocarril que se enfermó después de cenar con Louise el 15 de enero de 1910.

Dos días después, ya estaba muerto. Otras víctimas siguieron rápidamente con el mismo destino. Richard Smith, un conductor de trenes, alquilaba habitaciones en el hogar de Vermilyea,  pero al parecer, cenó en otro lugar el día que la asesina pensaba acabar con su vida. Éste sufrió una enfermedad repentina que lo mantuvo débil un corto tiempo, pero no lo mató. Sin embargo, la vida no le daría una segunda oportunidad. Moriría el 11 de marzo de 1911, gracias a una “gastritis aguda”. Todos estos hechos acontecían antes de la llegada de Arthur Bisonette a la escena. Innumerables otras víctimas podrían haber fallecido con el tiempo, pero la muerte del hijo del policía levantaron las suficientes sospechas como para vigilarla.

Si bien el motivo de los homicidios (aquellos posteriores a las muertes de sus familiares) nunca estuvo claro, la obtención de dinero fue un impulso evidente en el asesinato de todos sus maridos e hijos. El director de pompas fúnebres E. N. Blocks, recordó que Louise parecía disfrutar de su tarea cuando debía trabajar rodeada de cadáveres. A pesar de que nunca la contrataron en el lugar, durante el par de años que estuvo trabajando en la vuelta, no pudo mantenerla fuera de la oficina.

Mientras estaba bajo arresto domiciliario, Louise Vermilyea denigró los esfuerzos policiales para procesarla por la cadena de diez homicidios conocidos. Según ella, los policías podían ir tan lejos como quisieran,  ya que ella no tenía nada que esconder. Simplemente fue “desafortunada” al tener tanta gente muriendo a su alrededor. 

Su dureza se fue desmoronando y el 4 de noviembre los detectives la llevaron inmediatamente al hospital, víctima de su propia "pimienta blanca". Las autoridades informaron que Louise había estado ingiriendo su propio veneno en la comidas desde que el 28 de octubre, fuera recluida a un arresto domiciliario como primera medida.

El 9 de noviembre, se reportó que estaba a punto de morir, con problemas cardíacos y valvulares, ocasionados por la ingesta del veneno.

Para el 9 de diciembre, ya había sido atacada por parálisis, un estado a esa altura irreversible. Fallece el 11 de diciembre de 1911.
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